martes, 17 de junio de 2008

POBLACIÓN Y REGIONES POLÍTICO-ADMINISTRATIVAS DE VENEZUELA.



Crecimiento de las ciudades de Venezuela .

Como casi todos los países de América Latina, Venezuela se ha visto sometida, durante el siglo XX, a un intenso proceso de urbanización de sus habitantes. En efecto, la migración del campo a la ciudad es el fenómeno demográfico de mayor relieve en la historia moderna del país.

En 1950, el 47,4 por ciento de la población venezolana era considerada como población urbana; once años después, en 1961, este peso relativo de la población urbana aumentó hasta ubicarse en un 62,1 por ciento; en el siguiente período intercensal, es decir el que va hasta 1971, esta corriente migratoria hacia las ciudades siguió en ascenso, alcanzando la población urbana una importancia relativa del 72,8 por ciento. Aunque las estadísticas muestran que a partir de 1961 el ritmo de migración anual disminuye, en términos relativos la población urbana para 1981 representaba el 80,3 por ciento del total; el fenómeno alcanzaba una proporción estimada en 84,1 por ciento para el último censo y se estima que para el año 2010 el 90 por ciento de la población venezolana vivirá en núcleos urbanos.

En términos generales, puede afirmarse que, en el transcurso de veinte años, la población venezolana pasó de ser preponderantemente rural a poseer un marcado perfil urbano. Este acelerado proceso ha determinado graves desequilibrios, sobre todo en el menoscabo de la calidad de vida; esta situación afecta en especial a la regresión del sistema económico agrario, debido a los amplios sectores de población campesina que migran a las ciudades buscando mejores condiciones de existencia, pero que en general no logran satisfacer ese anhelo.
Crecimiento de las ciudades

Las ciudades más grandes han sido las principales receptoras de los movimientos migratorios internos y externos, que han alcanzado particular intensidad desde mediados del siglo XX. En 1950, el 20,8 por ciento de los habitantes residían en ciudades que superaban los cien mil habitantes; en el último censo, en cambio, esa proporción alcanzaba el 49,6 por ciento. En efecto, este proceso se ha precipitado marcando una tendencia al crecimiento, en primer lugar, del área metropolitana de Caracas, con marcados rasgos de megalópolis, debido a las características geográficas de su núcleo urbano y a las ciudades satélites en torno a su área de influencia.
Otro fenómeno propio de este proceso es la consolidación de algunas ciudades capitales de estado e incluso capitales de municipio, que adquieren relevancia regional al convertirse en receptoras de grandes contingentes poblacionales de sus respectivas circunscripciones. En algunos casos, este proceso adquiere características espectaculares, como es el caso de Ciudad Guayana, capital del municipio Caroní, en el estado Bolívar. Esta ciudad, que se fundó en 1961 mediante la unión de los centros poblados de San Félix, Puerto Ordaz, Carichana y Castillito, alcanzó en poco más de tres décadas medio millón de habitantes, impulsada por la actividad minera.

Por otra parte, el surgimiento y consolidación de ciudades medias, en particular las de tipo emergente, es un fenómeno que ha adquirido cierta relevancia, por cuanto se han convertido en un polo de atracción, no sólo de población rural, sino de inmigrantes extranjeros. En los últimos años hay que hablar además de un proceso migratorio, aunque aún de características discretas, de movilidad de la población del área metropolitana de Caracas y de algunas metrópolis regionales hacia las ciudades medias, en especial las ubicadas en zonas de explotación petrolera.
El damero hispánico

Las características de los procesos de migración interna originaron una morfología urbana marcada por la coexistencia de múltiples espacios, muchas veces mal comunicados entre sí, como es el caso del núcleo consolidado, los espacios subintegrados y los paisajes informales.
Al contrario de los grandes países de larga tradición urbana, en Venezuela el espacio efectivamente ocupado ha quedado definido desde la Conquista, cuando los españoles fundaron las primeras ciudades como punto de apoyo para el avance territorial. La forma de ocupación del territorio que impuso la Colonia y la función que desempeñaron estos núcleos para la metrópoli se acentuaron con la ocupación del espacio comprendido en la zona Centro-Norte-Costera, en donde se fundaron algunas de las ciudades más importantes, siguiendo los criterios de planificación de las ciudades españolas. Éstas se establecían según el diseño en damero o cuadrícula, con la ubicación en el centro de la ciudad de los poderes públicos, políticos y religiosos a fin de facilitar la organización y prestación de los servicios.

Esta pauta de organización del espacio urbano se mantuvo sin cambios significativos durante más de dos siglos, hasta finales del XIX, cuando se inició el proceso de descomposición de la estructura agrícola, surgiendo formas de producción precapitalistas que estimularon el inicio del éxodo rural hacia las ciudades.

La concentración demográfica.

La explotación petrolera y la industrialización acentuaron la tendencia de ocupar la región Centro-Norte-Costera, pues originaron un proceso de urbanización creciente, que invirtió las proporciones de la población rural y urbana en el término de cuatro décadas, esto es, de forma explosiva.

Esta reversión fue determinada por la política estatal, consistente en la utilización de las rentas derivadas de la explotación petrolera en la apertura de fuentes de trabajo y en la instalación de una infraestructura y equipamiento básico superior a los ofrecidos en el medio rural. De esta forma, la metropolización de las ciudades consolidó la desigual distribución demográfica; el 85 por ciento de la población se ubica en las zonas urbanas, y de ella un porcentaje significativo en una zona que representa sólo el 11,33 por ciento del territorio nacional.

El área metropolitana de Caracas se convirtió así en un subespacio receptor de recursos, migraciones e inversiones reproductivas, al tiempo que se daba un proceso de sustitución de importaciones con alta incidencia de capital transnacional, según sostiene Alejandro Rofman. Por otra parte, el proceso de rápida acumulación de población en los espacios urbanos determina la configuración de los respectivos conglomerados, reflejando la dinámica de clases que se da en el espacio urbano y la segregación de los procesos socioeconómicos. Debe señalarse además la importancia del Estado en la distribución desigual de los beneficios generados por la sociedad, tanto en las relaciones de trabajo, donde los niveles de salario constituyen la expresión más evidente, como en lo que concierne a los servicios de consumo colectivo, es decir los de transporte, salud y saneamiento, vivienda, redes de agua y alcantarillado, pavimentación, electrificación y educación. Estas prestaciones son indispensables para la reproducción de las fuerzas de trabajo.

Fuente bibliográfica: Enciclopedia Océano de Venezuela
© 2006 EDITORIAL OCEANO

La inmigración en Venezuela durante el siglo XX.

Durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, el fenómeno de la inmigración tiene una importancia secundaria en el perfil demográfico de Venezuela. La guerra de Independencia y las subsiguientes guerras civiles son los principales factores que influyeron en ello. Por otra parte, pocos fueron los esfuerzos que se hicieron desde el poder para lograr algún progreso en tal sentido. Son dignos de mención los asentamientos de extranjeros en la Colonia Tovar, Colonia Mendoza y otros de menor importancia. Los registros de población extranjera así lo evidencian: en 1873 la proporción de extranjeros respecto a la población total era del 1,7 por ciento; en 1891, el valor seguía siendo muy semejante. La inmigración del siglo XIX tuvo un carácter esencialmente colonizador; el propósito era el de incrementar la mano de obra agrícola con personal cualificado. Pero el impacto de los inmigrantes fue irrelevante en la dinámica social del país.

Durante el siglo XX se desarrollaron sucesivamente oleadas inmigratorias de poca importancia. En 1920 se registraban 28.620 extranjeros, es decir, un 1,2 por ciento de la población total; en 1936, un 1,3 por ciento, y para 1941, idéntica proporción. Este fenómeno inmigratorio se puede caracterizar como estacionario, de poca relevancia en la composición de la población.
Inmigración tras la Segunda Guerra Mundial

En cambio, la inmigración se convirtió en un factor importante de expansión tras la Segunda Guerra Mundial. Venezuela comenzó a absorber una creciente inmigración, proveniente sobre todo del continente europeo, a consecuencia del deterioro de las condiciones de vida como consecuencia de una larga y devastadora contienda bélica. En el censo de 1950 se registró la estancia en el país de aproximadamente 209.000 extranjeros, que representan el 4,1 por ciento de la población total. Esa cifra aumentó en el empadronamiento de 1961 a 541.563 extranjeros, que llegaba a representar el 7,2 por ciento. Comenzaba así un segundo ciclo en la historia de la inmigración en Venezuela. El gráfico muestra la participación de los inmigrantes en la población de Venezuela entre 1873 y 2000.

Venezuela ha sido uno de los países latinoamericanos que más inmigrantes recibió después de la Segunda Guerra Mundial, de modo que este contingente empezaría a incidir de forma más visible dentro de los comportamientos característicos de la sociedad venezolana. La incidencia más interesante probablemente está en el ámbito del empleo y en la producción adicional aportada por el inmigrante. En general, se acepta que el inmigrante ha sido un competidor de la mano de obra criolla. Sin embargo, salvo algunas excepciones en los últimos años, la oferta agregada de trabajo proveniente de los extranjeros europeos llegados en las oleadas de 1936-1961 ha sido inferior a la demanda, de ahí que la producción de éstas haya mejorado, por efecto competitivo, la utilización de los recursos humanos del país. Esta y otras razones han determinado que la población extranjera llegada en la posguerra no haya sido un elemento desplazante o competitivo de la mano de obra local. Desde el punto de vista tecnológico, el extranjero se encontraba en un nivel superior al nativo de la época, de ahí que, por lo general, no aceptara condiciones inferiores a las de los nacionales.

En 1971 se inicia una tercera etapa en el proceso inmigratorio en Venezuela. Para esa fecha los extranjeros alcanzaban la cifra de 598.654, lo que representaba el 5,6 por ciento de la población total. Para 1981 se registraban 667.519 extranjeros, que representaban el 7,4 por ciento de la población total. Esta tendencia al aumento se verificó en el censo de 1990, en el que se registraron 1.023.250 habitantes nacidos en el extranjero, lo que representa una proporción del 5,7 por ciento del total de población. Sin embargo, se sabe que existe un número importante de extranjeros indocumentados que, por lo tanto, no figuran en los padrones ni en los censos; se estima que más de 200.000 personas están en esa situación.
Flujos desde países vecinos

La última oleada inmigratoria tiene una connotación diferente a las anteriores. El contingente mayor de esta población lo representan personas venidas de países vecinos, atraídas por el auge de la economía venezolana a partir del aumento de los precios del petróleo, desde mediados de la década de 1970. El mayor número de inmigrantes corresponde a los colombianos, cuyo impacto en la sociedad alcanzaba al 1,7 por ciento en 1971, al 3,5 por ciento en 1981 y al 2,9 por ciento en 1990. En importancia le siguen los extranjeros procedentes de Perú (0,2 %), Chile (0,1 %) y Ecuador (0,1 %), según datos del último censo. De otros países de América Latina, principalmente de República Dominicana y Haití, inmigraron el 0,5 por ciento de la población total de Venezuela.

El considerable número de inmigrantes colombianos no ha dejado de tener su impacto en la estructura de la población venezolana, con una influencia y penetración importantes. Parte sustancial de la población indocumentada colombiana se encuentra en el estado fronterizo de Táchira, en un número estimado en torno a las 50.000 personas. La vecindad entre ambos países hace relativamente sencilla la inmigración de uno a otro, fenómeno que se incrementa con el desnivel salarial entre ambos. No obstante, el censo de 2001 dejó ver una tendencia a la disminución de la inmigración, asociada a los serios desajustes sufridos por la economía venezolana que, en consecuencia, luce menos atractiva tanto para la población de los países vecinos como para la del resto del mundo.

El problema de la inmigración ilegal La problemática de las migraciones no controladas en el país, provenientes de Colombia, está ligada al despoblamiento y aislamiento que existe a lo largo de las líneas limítrofes, como consecuencia de la desigual distribución de la población, y a la situación de Colombia, país con el cual comparte aproximadamente 2.200 km de líneas fronterizas.Venezuela presenta condiciones económicas, políticas y sociales atractivas para la población colombiana, sometida a los avatares de la violencia guerrillera, el narcotráfico y la delincuencia común. El traslado a territorio venezolano se realiza mayoritariamente de forma ilegal, favorecido por la carencia de un plan de desarrollo fronterizo dinámico, que establezca controles definitivos y resguardo de la soberanía, y haga énfasis en la vigilancia de las zonas limítrofes y fronterizas.Las consecuencias de esta movilización se manifiestan en el elevado número de colombianos localizados en el país, aproximadamente unos 2.500.000, de los cuales un porcentaje elevado (en torno al 75%) se halla en condiciones de ilegalidad. Las características de esta población -un bajo nivel educativo, que los destina a ejercer como mano de obra no cualificada- hace que se dediquen a actividades marginales dentro del sistema productivo, tales como servicio doméstico, buhonería (comercio informal), etc. Esta inserción marginal impone una carga adicional al Estado venezolano, por la presión que ejercen en la prestación de servicios, salud, vivienda, educación o agua potable. Por otra parte, buena parte de estos inmigrantes ilegales contribuye a ensanchar las zonas más deprimidas de las principales áreas metropolitanas del país.
El final de un proceso

Durante la década de 1980 se verificaron cambios en el orden político, económico y social que revirtieron las condiciones que hacían de Venezuela un país atractivo para los inmigrantes. Al mismo tiempo los países de Europa -España, Italia y Portugal-, de donde provenían mayoritariamente los inmigrantes llegados a Venezuela durante los años cincuenta, han mejorado sustancialmente sus condiciones de vida, por lo que dejaron de ser emisores de población migrante. Por otra parte, la situación de algunos países de América Latina, que durante los años setenta y parte de los ochenta estuvieron dominados por regímenes autocráticos y una profunda recesión, revirtieron en buena medida tal situación, alcanzando una etapa de relativa estabilidad política y económica que dejó de empujar a sectores de la población hacia la búsqueda de regiones más prósperas entre los países vecinos.

En ese marco, no sólo es comprensible que cesaran las corrientes inmigratorias hacia Venezuela, sino que además comenzaran a producirse movimientos de retorno tanto a España, Italia y Portugal, como a Colombia, Ecuador y Perú, movimientos que han quedado reflejados en los saldos negativos registrados por la Dirección de Extanjería (DEX). Las razones señaladas, sumadas al efecto de la reducción de la mortalidad, explican la variación en el número de ciudadanos venezolanos nacidos en el extranjero durante el más reciente período intercensal. En el último censo declararon haber nacido en el exterior el 5,7 por ciento de los habitantes del país. Tal participación significa una disminución notable respecto a la importancia relativa alcanzada en 1981, que había sido del 7,4 por ciento. El conjunto de los españoles, portugueses e italianos, que en 1981 representaban el 29,5 por ciento de los nacidos en el exterior, redujeron su peso relativo al 22,9 por ciento en el último censo. Mientras que los colombianos, dada su procedencia de un país fronterizo, continúan conformando la corriente inmigratoria mayoritaria, al constituir el 47,3 por ciento de los nacidos en el exterior en el censo de 1981, y el 51,8 por ciento en el de 1990.


Concentración espacial de los inmigrantes En el último censo, la población nacida en el exterior mantenía el patrón de concentración espacial observado en censos anteriores. Casi el 80 por ciento se localiza en apenas siete estados.De un lado, dos de las entidades fronterizas, Zulia y Táchira, captan el 25,5 por ciento de la población venezolana de origen extranjero, fundamentalmente de procedencia colombiana. En contraste, el conjunto regional centro-norte costero concentra el 54,3 por ciento de los nacidos en el exterior, principalmente en el Distrito Federal y los Estados Aragua, Carabobo y Miranda.

Fuente bibliográfica: Enciclopedia Océano de Venezuela
© 2006 EDITORIAL OCEANO